Scan Pyramids

«Que un misterio tenga 4.500 años de antigüedad no significa que no pueda ser descifrado». Es el lema que enarbola la misión científica que en los próximos meses someterá a un exhaustivo y prometedor escaneado a cuatro pirámides del Antiguo Egipto -las pioneras de la meseta de Dashur y las que firmaron la perfección en Giza- en busca de los enigmas que aún guardan sus muros y que han permanecido hasta ahora lejos del ojo humano.

«Las pirámides están repletas de secretos. Científicamente no estamos satisfechos con lo que sabemos de ellas. Existen muchas teorías sobre, por ejemplo, como se construyeron pero son todo hipótesis», ha reconocido este domingo el ministro de Antigüedades egipcio Mamduh el Damati en la multitudinaria rueda de prensa que ha presentado en sociedad el proyecto ‘Escanear las Pirámides», coordinado por la facultad de Ingeniería de la Universidad de El Cairo y el Instituto para la Preservación e Innovación en Patrimonio, con sede en París.

El disco de Sabu
El disco de Sabu

Hasta cuatro técnicas no invasivas auscultarán las gigantescas construcciones en piedra que, erigidas durante el imperio Antiguo (2686 – 2181 a.C.), sirvieron al descanso eterno de los faraones y se convirtieron en una obsesión nacional. «Fueron levantadas por arquitectos y ahora somos los arquitectos e ingenieros quienes podemos ayudar a revelar sus misterios», ha señalado Hani Helal, profesor de Ingeniería de la Universidad de El Cairo y uno de los principales artífices de una iniciativa en la que también participan la universidad japonesa de Nagoya y la canadiense de Laval.

El primero de los estudios -la termografía por infarrojos, usada para detectar la pérdida de energía en los hogares mal aislados- medirá la radiación de energía que emiten los emblemáticos monumentos, que han sobrevivido sin demasiados achaques a milenios bajo el sol y el rigor del desierto. Las imágenes capturadas por los sensores de la cámara desvelarán si existen puntos fríos y corrientes de aire desconocidas hasta ahora que guíen el hallazgo de pasadizos y estancias.

Las principales dificultades

Trazar el mapa térmico de los iconos de la tierra de los faraones no está, sin embargo, exento de obstáculos. Las pirámides absorben el calor del sol durante el día y se desprenden de la energía durante la noche. La misión registrará cientos de miles de instantáneas media hora antes del amanecer, a mediodía y tras el ocaso y las comparará a través de un programa informático con la esperanza de descubrir la nueva geografía.

«Confiamos en que serán las diferencias térmicas entre verano e invierno las que nos ayuden a hallar las anomalías o posibles cavidades», ha precisado Mathieu Klein, miembro del equipo de expertos que hasta finales de 2016 trabajará a los pies de las pirámides. Este segundo examen permitirá que la onda térmica causada por las estaciones genere olas de calor capaces de penetrar en el edificio más allá de unos escasos centímetros.

«Se trata de salir de nuestro campo convencional y aplicar tecnologías muy avanzadas a algo en lo que soñamos cuando éramos niños», ha confesado Mehdi Tayubi, presidente del Instituto para la Preservación e Innovación en Patrimonio y uno de los responsables de este completo estudio sin fines lucrativos. A la caza de respuestas, el proyecto recurrirá además al muón, una partícula elemental con una masa equivalente a la de 200 electrones y su misma carga eléctrica negativa. Tiene la particularidad de atravesar todo tipo de cuerpos sólidos, aunque ello modifique su velocidad.

«Vamos a usar los muones para ver que hay dentro de las pirámides. Hemos usado la técnica en las montañas volcánicas de Japón, cuyo tamaño es cinco veces mayor que el de las pirámides», ha explicado el investigador nipón Kunihiro Morishima. La expedición colocará detectores de muones en las pirámides y tomará mediciones de la velocidad y carga de las partículas en su entrada y salida. La acumulación de muones ayudará a averiguar las áreas más densas y las que permanecen vacías.

Necrópolis en tres dimensiones

El último de los escáneres que explorará los monumentos será el encargado de reconstruir en tres dimensiones la necrópolis de Giza y Dashur. «Lo haremos tomando miles de fotografías a diferente altitud y conseguiremos imágenes en 3D de varios kilómetros alrededor con detalles de hasta cinco centímetros», ha avanzado Yves Ubelmann. La fotogrametría se combinará con la información aportada por los drones que sobrevolarán ambas mesetas usando un sistema ya empleado en las ruinas de Pompeya, en el sur de Italia, y yacimientos arqueológicos amenazados de Siria y Afganistán.

«Son técnicas que nos van a proporcionar información importante acerca del modo en el que fueron construidas las pirámides», pronostica Ubelmann, quientambién someterá a las edificaciones a análisis por láser. «Nos va a permitir incluso -agrega- identificar los niveles, pendientes y señales de rampas antiguas levantadas para facilitar su construcción».

De momento, el proyecto se centrará en cuatro pirámides, ubicadas en las mesetas de Dashur y Giza. En la necrópolis de Dashur -tallada por el faraón Esnofru, padre de Keops y precursor de la auténticas pirámides- disfrutarán del experimento la pirámide romboidal -con su doble inclinación causada por las modificaciones sufridas a mitad de obra- y la imponente roja, la primera de caras lisas que allanó el camino para que la técnica acariciara la perfección en los poliedros de la meseta de Giza.

En la cercana Giza, serán la gran pirámide de Keops y su vecina de Kefren -los últimos vestigios en pie de las siete maravillas del mundo antiguo- las que tendrán cita con este extenso chequeo médico. Egipto -que aspira a convertir 2016 en «el año de las pirámides» y relanzar de paso su devastado sector turístico- exportará estos exámenes a otras joyas de su vasto patrimonio como la tumba de Tutankamon, donde el británico Nicholas Reeves busca la sepultura de Nefertiti. «Una vez que empecemos a usar estas nuevas tecnologías no pararemos. Hay que llevarlas hasta el resto de monumentos», ha prometido el ministro de Antigüedades.

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