¿Es 3I/ATLAS una nave interestelar con motor de antimateria?

En agosto de 2025, el astrofísico Avi Loeb, profesor de Harvard y conocido por su defensa de hipótesis audaces sobre vida extraterrestre y tecnología interestelar, volvió a situarse en el centro del debate científico. Esta vez, la causa es el nuevo visitante procedente del espacio interestelar: 3I/ATLAS, el tercer objeto detectado con origen fuera del Sistema Solar tras 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov.

Loeb ha planteado una posibilidad que, aunque suena a ciencia ficción, merece atención: ¿y si 3I/ATLAS no fuese simplemente una roca cósmica, sino un artefacto avanzado, quizás impulsado por un motor de antimateria? La cuestión surge a raíz de las observaciones y cálculos que muestran comportamientos y características poco comunes en este objeto.

¿Es 3I/ATLAS una nave extraterrestre? Lo que opinan los expertos¿Es 3I/ATLAS una nave extraterrestre? Lo que opinan los expertos
Índice
  1. Las primeras observaciones: polvo, brillo y tamaño
  2. La hipótesis más extrema: ¿un cuerpo de antimateria?
  3. Cómo poner a prueba la hipótesis
  4. Ciencia y ficción: del Proyecto Valquiria a Avatar
  5. Lo que sabemos y lo que no sabemos
  6. La hipótesis de la antimateria en 3I/ATLAS
  7. Más allá de 3I/ATLAS: un debate sobre nuestra visión del cosmos
    1. ¿Y si no fuese solo una roca?

Las primeras observaciones: polvo, brillo y tamaño

Las imágenes captadas por el Telescopio Espacial Hubble revelan que la nube de polvo que rodea a 3I/ATLAS tiene una densidad extremadamente baja, inferior a 0,0001 gramos por centímetro cuadrado. Esto significa que el resplandor que vemos en torno al objeto no se debe tanto a un velo opaco de polvo, sino a la luz solar reflejada directamente en su superficie sólida.

De acuerdo con estos datos, el radio estimado de su núcleo rondaría los diez kilómetros, una cifra sorprendentemente grande en comparación con los objetos interestelares anteriores, cuyo tamaño apenas alcanzaba unos cientos de metros. A ello se suma un enrojecimiento en su espectro que recuerda al de cuerpos del cinturón de Kuiper, como Arrokoth, cuya superficie se ha visto alterada durante millones de años por la radiación cósmica.

El brillo total de 3I/ATLAS equivale a unos diez gigavatios de potencia reflejada, lo que, en principio, encajaría con un cuerpo sólido de entre tres y diez kilómetros de radio. Sin embargo, la rareza surge al comparar: estadísticamente, es muchísimo más probable encontrar objetos interestelares de menor tamaño antes que uno tan masivo.

La hipótesis más extrema: ¿un cuerpo de antimateria?

Entre los correos que Loeb recibió tras publicar sus primeros análisis, surgió una pregunta provocadora: ¿podría 3I/ATLAS estar compuesto de antimateria?

Antes incluso de desayunar y tras su carrera matinal, el científico hizo los cálculos. Si el núcleo de 3I/ATLAS tuviera un radio de diez kilómetros y estuviera formado por antiátomos, al atravesar el polvo zodiacal del plano eclíptico del Sistema Solar se produciría una continua aniquilación materia-antimateria. El resultado: una emisión de rayos gamma de varios gigavatios, muy cercana a la luminosidad observada en luz visible.

Para que esa energía se manifestara tal y como la vemos, sería necesaria una capa opaca que reemitiese la radiación en frecuencias más bajas, similar a la superficie brillante de una estrella. Lo interesante es que este brillo no sería simétrico: la mayor parte de la potencia debería proceder de la cara frontal del objeto, aquella que choca contra el medio interestelar, como la parte del cuerpo que más se empapa cuando corremos bajo la lluvia.

Cómo poner a prueba la hipótesis

El perihelio de 3I/ATLAS —su punto de máxima aproximación al Sol— ofrece una oportunidad única. En ese momento, la dirección del movimiento del objeto será perpendicular a la luz solar entrante. Esto permitiría distinguir si el calentamiento observado procede del Sol o bien de una interacción más extraña como la aniquilación con materia ordinaria.

Además, si el proceso de aniquilación realmente ocurre, deberían detectarse rayos gamma y rayos X residuales. Telescopios espaciales como el Fermi Gamma-ray Space Telescope o el Observatorio de rayos X Chandra están perfectamente capacitados para registrar este tipo de emisiones. La comunidad científica espera con interés si estas observaciones podrán llevarse a cabo en los próximos meses.

Ciencia y ficción: del Proyecto Valquiria a Avatar

La idea de una nave interestelar con motor de antimateria no es nueva. El concepto fue desarrollado en los años 80 por Charles Pellegrino y Jim Powell, físico del laboratorio de Brookhaven, bajo el nombre de Proyecto Valquiria. Su propuesta teórica inspiró incluso a Hollywood: la nave interestelar de la película Avatar está basada directamente en este diseño.

El motor de antimateria tendría, en teoría, una eficiencia energética sin precedentes: la aniquilación de un gramo de antimateria con un gramo de materia liberaría una energía comparable a la explosión de decenas de kilotones de TNT. El problema, por supuesto, es que la antimateria es extremadamente difícil de producir y almacenar. La cantidad generada en los mejores laboratorios de la Tierra apenas alcanza nanogramos, y mantenerla confinada requiere sistemas magnéticos de enorme complejidad.

¿Podría una civilización avanzada dominar esta tecnología y lanzar sondas interestelares? La especulación es legítima, pero por ahora no tenemos pruebas que respalden esa posibilidad.

Lo que sabemos y lo que no sabemos

Lo que sí sabemos de 3I/ATLAS es lo siguiente:

  • Refleja una potencia lumínica de unos diez gigavatios.

  • Tiene un núcleo de entre 3 y 10 kilómetros de radio.

  • Su superficie rojiza recuerda a cuerpos del cinturón de Kuiper.

  • Es estadísticamente improbable encontrar un objeto de ese tamaño antes que muchos más pequeños.

Lo que no sabemos —y que despierta la imaginación— es si su brillo es simplemente el reflejo del Sol o si esconde un mecanismo energético exótico, como la aniquilación antimateria-materia.

Para Avi Loeb, la prudencia no significa descartar hipótesis extraordinarias, sino buscar datos que las confirmen o refuten. Y en este caso, los próximos meses serán decisivos: la clave está en las observaciones de alta energía.

La hipótesis de la antimateria en 3I/ATLAS

La posibilidad de que 3I/ATLAS esté formado por antimateria es sumamente exótica. La antimateria no puede sobrevivir a la aniquilación con la materia en las densidades extremas que caracterizaron el universo primitivo. En los entornos astrofísicos actuales solo se produce en procesos de altísima energía y siempre en cantidades insignificantes frente al depósito de materia existente.

Por este motivo, una nave espacial únicamente podría disponer de antimateria en grandes cantidades —ya fuera como combustible o como recubrimiento— si quien la construyese tuviera la capacidad tecnológica de fabricar antimateria a gran escala. La combinación de materia y antimateria constituiría el combustible más eficiente posible, al transformar la masa en energía con una eficacia del cien por cien.

En la Tierra, sin embargo, la situación es radicalmente distinta. Crear antimateria resulta extraordinariamente costoso. Los aceleradores de partículas del CERN producen apenas una centésima de nanogramo (0,00000000001 gramos) de antimateria, al precio equivalente a un kilogramo de oro. Según estas estimaciones, generar un solo gramo de antimateria supondría un gasto del orden de cinco cuatrillones de dólares.

En el CERN se están produciendo átomos de antihidrógeno para comprobar si se comportan como los átomos de hidrógeno, tal y como predice la mecánica cuántica. El desafío fundamental no es solo producir antimateria, sino almacenarla sin que entre en contacto con la materia ordinaria, lo que provocaría su inmediata aniquilación.

La antimateria puede formarse en medios extremadamente calientes donde surgen pares de partículas y antipartículas energéticas, o bien en procesos nucleares como la desintegración de núcleos inestables. Un ejemplo cotidiano: los radioisótopos presentes en un simple plátano generan aproximadamente un positrón por hora.

Con la ciencia y la tecnología actuales, producir antimateria en cantidades suficientes para abastecer o construir una nave espacial es un reto insuperable. Sin embargo, esta limitación no invalida la necesidad de seguir buscando señales indirectas. Detectar cualquier emisión anómala de rayos gamma o rayos X proveniente de 3I/ATLAS sería una pista crucial, siempre que aparezca a niveles de flujo detectables por el Telescopio Espacial Fermi de Rayos Gamma o el Observatorio de Rayos X Chandra

Más allá de 3I/ATLAS: un debate sobre nuestra visión del cosmos

Los objetos interestelares detectados hasta ahora —‘Oumuamua, Borisov y ahora ATLAS— han abierto una ventana inédita a los procesos que ocurren más allá de nuestro sistema planetario. Cada uno ha traído consigo más preguntas que respuestas, obligando a los astrónomos a reconsiderar modelos de formación, frecuencia y composición de estos viajeros cósmicos.

El debate sobre 3I/ATLAS es un buen ejemplo de cómo la ciencia y la imaginación se entrelazan. Desde las simulaciones de motores de antimateria hasta los cálculos de luminosidad y polvo, la frontera entre lo que podría ser ficción y lo que la física permite se vuelve más difusa.

Quizás dentro de unos años, cuando la tecnología de observación sea aún más precisa, podamos confirmar con certeza si este objeto fue simplemente una roca errante o si, en efecto, se trataba de algo más.

¿Y si no fuese solo una roca?

El interés por 3I/ATLAS nos recuerda que cada nuevo objeto interestelar puede ser un laboratorio natural para poner a prueba nuestras teorías más atrevidas. Tal vez no descubramos una nave de antimateria atravesando el espacio, pero sí un indicio de procesos desconocidos en el universo. Y esa posibilidad, en sí misma, ya es revolucionaria.

Si algo demuestra este debate es que la ciencia avanza preguntando lo improbable. Y cuando lo improbable se mide, deja de ser fantasía para convertirse en descubrimiento.

Fuentes:

https://astronomy.fas.harvard.edu/people/avi-loeb

https://fermi.gsfc.nasa.gov

https://chandra.harvard.edu

https://www.centauri-dreams.org

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir

Nos obligan a molestarte con las cookies Más info